viernes, 20 de octubre de 2017

Aixa de la Cruz escribe y los héroes tiemblan: “La línea del frente”



Hay una generación de escritor@s que claman por ser escuchados, por reivindicar sus obras artísticas aunque el statu quo literario oficial les escuche muy sordamente. Al final no quedará otra que enterarse de que están aquí trabajando mucho y bien.

Aixa de la Cruz (1988) ha escrito: “La línea del frente”, una novela generacional y multiforme que cuenta la huida hacia el pasado de una mujer, Sofía, vasca, que deja su vida, su buena vida en Barcelona para encerrarse a escribir una tesis doctoral sobre un escritor etarra, Mikel Areilza, en un piso de su familia en Laredo, Cantabria, junto al mar. Pero realmente busca el acercamiento con su novio de adolescencia, Jokin que cumple condena en la cárcel de El Dueso por herir a un agente en una manifestación.

Con él vendrá su reflexión sobre el pasado, sus recuerdos, las lagunas de esos recuerdos, en un País Vasco de principios del siglo XXI muy convulso. La escuela vasca, las ideas que volaban por el ambiente, el crecimiento de la niña en un entorno familiar impostado para salvaguardarla del conflicto. Ahora la consciencia de la pertenencia se le revela como una carga por su inacción y esto es doloroso.

El dibujo del personaje de Sofía es contundente, palpable; su aspecto, sus miedos, sus deseos, sus fobias, su intelecto, lo sabemos o creemos saberlo todo de ella, en cada frase Sofía piensa para nosotros. Creo que es uno de los éxitos de esta novela.

Formalmente el libro es un encaje de bolillos delicioso. Hay capítulos con un lenguaje descriptivo en primera persona que a ratos se vuelve esquizofrénico, analiza el contexto, maquina, investiga  lo cotidiano, crea universos paralelos. Otros capítulos son partes dialogadas a modo teatral, novela teatral que abarca las pocas conversaciones que hay en el libro, especialmente con Jokin. Son capítulos muy efectivos y aligeran el peso del libro. Finalmente hay otra serie de capítulos muy interesantes que se presentan como un diario de un dramaturgo argentino (Cozarowski), fuente que utiliza para su tesis doctoral donde aparecen anotaciones sobre Areilza y su biodrama en un perfecto argentino. Aquí la escritura de Aixa camina entre la reflexión, la confesión, la erudición y la desesperanza. 

Dice Aixa en una de sus muchas reflexiones que “la literatura imita a la vida, pero despojándola del caos". "La vida está llena de cabos sueltos, pero en la ficción sólo encajan las piezas que confluyen hacia un final necesario, inevitable”. Sin embargo es este final necesario el que me plantea alguna duda pues la consistencia de los personajes/heroes se vuelve un poco máscara. Jokin es una máscara de él mismo o ha sido máscara de él mismo en algún momento.

En La línea del frente se destapan las falacias, se tumban las creencias y hay un despertar horrendo, un caerse del caballo. Sofía lo logra con una revolución interna pero parece no darle demasiada importancia, simplemente cierra el candado de su casa.

Los héroes necesitan un relato humano. Aixa los fulmina:

“Los héroes tienen mácula. Yo agujeros negros”.

Leedla en Salto de página.