PL
Salvador, muy osado siempre, se atreve en esta ocasión con un tema peliagudo:
la esquizofrenia. Nos presenta un protagonista que ha vuelto de algunos
infiernos, entre ellos la locura. Para cimentar el cambio de vida que está
llevando a cabo, su amigo escritor Salvador lo anima a escribir estos esbozos
de escritura que debe arrojar al mundo. En ellos refleja su pensamiento y confeccionará
un resumen de su historia, con el fin de entenderse mejor y redimirse
socialmente a través de la moderación, el trabajo remunerado y regular, y la
superación del pensamiento extremista. Precisamente la novela transcurrirá
durante las ocho horas de su jornada laboral como recepcionista de noche en la
Torre Mediterránea, un conjunto de bloques de apartamentos en Calpe.
Nos
sumergimos en las cábalas de un centroeuropeo afincado desde niño en la Costa Blanca,
un personaje presentado por él mismo al cual acompañamos en su camino hacia la
curación físico psicológica. Sorprende los temas en los que ahonda (resumiendo
libros enteros) destacando especialmente dos aspectos: por un lado la
introducción al mundo de la sombra -nuestro lado dormido en el inconsciente-
que estudió Freud y posteriormente Jung, y por otro lado la incesante
preocupación por el mundo de la meditación, la reencarnación y las constantes
inmersiones filosóficas como quien se resume las fuentes de donde bebe para
comprender quiénes somos y de dónde venimos.
Hay
una pugna en la mente bipolar del protagonista que plantea una división entre
el mal y el bien escenificado en la lucha entre su yo ultraderechista
racional-sentimental y su lado humanista tendente a la solidaridad universal. Esta
batalla que proclama constantemente el narrador la enuncia de esta manera en la
novela: “¡Oh, Dios!, dame fuerzas porque sé que tendré que seguir luchando el
resto de mi vida, razón contra instinto, un humanista enfrentado a un nazi que
muy a pesar mío no termina de morir. En esta cruzada particular hago mío el
pensamiento de Karl Marx: La peor lucha es la que no se hace”.
Es una
novela que en todo momento gira entorno a la reflexión y el pensamiento, un
ejemplo muy gráfico son estos párrafos:
“El idealismo
político, el ideal revolucionario, y a veces el sueño acaba en totalitarismo.
Casi siempre. Dictadores que oprimen la naturaleza humana en vez de provocar su
trascendencia. Además, la revolución ha de ser espiritual y desde el corazón de
cada uno. Y luego hay otro problema: que no hay ideal que resista una guerra.
De manera que una vez acabada esta ya nadie recuerda por qué se emprendió. Y si
alguien intenta hablar de ello, le hacen callar, que algunas cosas deben quedar
en el olvido.”
“Ahora
entiendo lo bien que está diseñado el mundo. Vivir cometiendo errores que al
final te abocarán a la Verdad.”
Referente
a la psiquiatría y su personificación en el psiquíatra de la Seguridad Social
dice: “No surge encuentro existencial, él se mantiene al margen, lejano,
expectante, y de esa manera no me ayuda en absoluto. La resolución al problema
de mis delirios la encuentro en las obras de Filosofía, lo que me faltan son
valores, lo que busco es sentido, necesito las luces de los grandes pensadores
y no una escucha pasiva de un funcionario de la mente.”
En definitiva,
“La postura imperfecta” de PL Salvador es un
monólogo eterno, reflexivo y bipolar. Un ejercicio de pensamiento que te lleva
como la corriente de un río, con sus piedras que golpean el rumbo. Como lector
es un reto atreverse a ser conducido, aunque siempre con derecho a discrepar.