sábado, 29 de abril de 2017

Roberto Bolaño "Amuleto" El machito latinoamericano





Lo mejor es comenzar con la música de fondo que nos propuso Roberto Bolaño en este libro: 
"La miro: el gatito negro está entre sus brazos y Remedios Varo le dice: bonic, on eres?, bonic, feia hores que et buscava.
¿Quieres escuchar un poco de música?
¿Me lo dice a mí o se lo dice al gatito? Supongo que a mí, porque al gatito le habla en catalán, aunque a simple vista cualquiera se puede dar cuenta de que se trata de un gato mexicano, un gato mexicano callejero con una estirpe de por lo menos trescientos años, aunque ahora que la luna se traslada, con pasitos de gata, de una baldosa a otra del lavabo de mujeres, me pregunto si en México, antes de que llegaran los españoles, había gatos, y me respondo a mí misma, desapasionadamente, objetivamente, incluso con un deje de indiferencia, que no, no había gatos, los gatos llegaron con la segunda o la tercera oleada. Y entonces, con voz de sonámbula porque estoy pensando en los gatos sonámbulos de México, le digo que sí y Remedios Varo se acerca al tocadiscos, un tocadiscos viejo, cosa que no tiene nada de raro pues estamos en el increíble año de 1962 y todas las cosas son viejas, ¡todas las cosas se llevan una mano a la boca como yo para ahogar un grito de asombro o una confidencia inoportuna!, y pone un disco, y me dice: es el concertino en la menor de Salvador Bacarisse, y yo escucho por primer vez a ese músico español y me pongo a llorar, otra vez, mientras la luna salta de una baldosa a otra, en cámara lenta, como si esta película la dirigiera yo y no la naturaleza".

Amuleto es un librito de unas 150 páginas que Roberto Bolaño escribió entre sus dos grandes colosos: Los detectives salvajes y 2666. En él roba algunos de los personajes de los detectives para desarrollarlos de forma distinta. La protagonista, Auxilio Lacouture, una uruguaya apasionada por la poesía, había viajado a México sobre el año 1965 para ofrecerse como chacha a dos poetas españoles emigrados, León Felipe y Pedro Garfias, y también para vivir las noches de México D.F junto a los jóvenes poetas mexicanos, de café en café, de tertulia en tertulia. Auxilio se convirtió en la madre de todos ellos, era la madre de todos los jóvenes poetas iberoamericanos.

El acontecimiento que comparten ambos libros (Los detectives salvajes y Amuleto) es la recreación de un hecho histórico que sucedió en septiembre de 1968, la violación de la autonomía de la Universidad Autónoma de Ciudad de México, entrando los militares en el campus de la Facultad de Filosofía y Letras. Bolaño inventa un personaje, Auxilio Lacouture, quien se queda en uno de los lavabos de chicas de la facultad leyendo un libro de poemas de Pedro Garfias. Se aisló del ruido y permaneció así, “sentada en el wáter y con las polleras arremangadas”, sin enterarse de nada hasta que ya era mejor no moverse. Pasó así muchos días. El libro Amuleto sucede en este período de tiempo, Auxilio utiliza su memoria pasada, futura y su imaginación para contarnos un libro delicioso: “Y no sé cuánto tiempo pasó, si mucho o si poco, porque yo tenía los sentidos enganchados con alfileres en el espacio y no en el tiempo”.

Dentro de las características de estilo del libro voy a resaltar estas cuatro:
Coquetea con el realismo mágico. Bolaño juega constantemente con la realidad y el tiempo, viene y va del pasado al futuro, de lo imaginado a lo real, son constantes del libro que lejos de encasillarlo lo refuerzan. Recuerda la fuerza evocativa que consigue su admirado Antonio Di Benedetto en su novela Zama y matices del estilo de Juan Rulfo, aunque mantenga su estilo ecléctico.

Se adelanta al boom de la auto-ficción. El machito latinoamericano Arturo Belano que es un personaje principal en Los detectives salvajes y que representa al propio Bolaño, reaparece aquí desde la primera página en pinceladas escuetas pero clarificadoras, lo cuenta todo Auxilio en primera persona, habla de su inmadurez al principio de conocerlo, de su familia, de su viaje iniciático por diversos países de Iberoamérica hasta llegar a Chile cuando el golpe de Pinochet, cuenta someramente que estuvo detenido y habla de su vuelta a México muy cambiado y más maduro. Arturo Belano es un personaje secundario pero fundamental en esta novela, nos muestra brochazos sutiles que nos hacen imaginar al Bolaño adolescente frágil y a la vez viril que sobrevive por su inteligencia.

Sorprende en este libro la importancia -mucha mayor importancia que en ningún otro libro del autor- de los personajes femeninos. Trata con cuidadísima sensibilidad a su protagonista y narradora Auxilio Laconture, también a la pintora catalana Remedios Varo, de quien deja un retrato de mujer elegante, sobria y casi fantasmal dada la imposibilidad temporal de ser real el encuentro con Auxilio. De igual forma aparece la poeta uruguaya Lilian Serpas, casi anciana, vendiendo los dibujos de su hijo. Realiza también un somero retrato de su propia madre.

Metaliteratura. La literatura de Roberto Bolaño es siempre análisis de la literatura, siempre aparecen críticas, alabanzas, invenciones sobre sus autores favoritos o sobre los que no son tan favoritos, es una de las características más destacadas de su escritura, convirtiéndose sus grandes libros en un saco sin fondo de nombres y autores, especialmente poetas. En este libro aparece, como no podía ser de otra manera, la literatura de la literatura, hay homenajes claros a personalidades del mundo de las artes, especialmente las ya mencionadas pero en ningún caso su aparición es larga y tediosa sino amena y productiva.

También quería resaltar que Bolaño como le ocurre a Cervantes, Marcel Proust, James Joyce, F. Dostoievski y muchos célebres autores, llenó hojas y hojas pasionales, inteligentes, cargadas de poesía, de balas, de golpes, de nombres, pero que a veces el lector tiene que levantarse y dejar el libro, despejarse un poco, comerse un cacahuete o todo un campo de higos antes de volver a cogerlo otra vez. Eso aquí no pasa, la palabra fluye por el tiempo, el recuerdo y la imaginación a buen ritmo y las dimensiones de la novela permiten cómodamente pasearla de principio a fin.

Amuleto es el canto de los jóvenes poetas latinoamericanos sacrificados y su protagonista es la voz que lo vio todo, que lo vivió todo y que lo guarda para que no muera.



Remedios Varo                                                                                                   

viernes, 7 de abril de 2017

Primo Levi “Esto es un hombre”





He pasado las últimas semanas leyendo a Primo Levi, testigo directo de Auschwitz en 1944. El libro: “Se questo è un uomo” en su título original en italiano, fue escrito en los años posteriores a su liberación. Levi nos cuenta las peripecias, los desastres que pasó desde que lo detuvieron como partisano en Italia, su posterior viaje a Polonia en los míticos trenes de ganado, cerrados, cientos de hombres, mujeres y niños, sin luz, sin ventilación y su encierro en un centro de trabajo adscrito a Auschwitz hasta su liberación; el milagro de estar vivo. 

Cuenta todo desde su experiencia, como ante una radiografía, su escritura es una misión y el resultado es valiosísimo. Nos relata todo sin revanchismo y con mucha inteligencia por lo que me es imposible no admirarlo. El libro es a la vez un tratado sobre la vida en el campo de trabajo y una joya literaria.

Nosotros que nunca hemos perdido la dignidad en tal extremo, que nunca hemos visto lo horrendo, que carecemos de la experiencia de ser una cosa que puede trabajar, una inmundicia que hace lo que sea por un trozo de pan, por raspar una escudilla, por sorber un poco más de sopa, por un trago de agua que no mate, nosotros tenemos que leerlo y detectar cualquier movimiento que lleve a que un solo hombre (mujer o niño) se encuentre en circunstancias similares.


El libro es impecable y su objetivo contar lo sucedido, aquello difícil de creer, de imaginar por quienes estaban fuera, contarlo desde la reflexión, sin emoción y sin odio; La descripción del lager (campo de concentración), la división de los internos por categorías, la pugna por algún privilegio, cómo la moneda en circulación era una ración o media o un cuarto de ración de pan, cómo el mercado florece con las pocas posesiones que se podían tener (una cuchara, lo que quedaba de una camiseta raída, algo de jabón, un botón…), la disciplina férrea y absurda más humillante aún por no tener lógica alguna; hombres de pie, desnudos, obligados a permanecer así, durante horas para nada, por sometimiento, sin razones.

Leedlo si no lo habéis leído, muchas preguntas os vendrán, mucha rabia, incluso miedo ¿Hasta qué punto no somos nosotros cómplices de situaciones donde el ser humano pierde su libertad y su derechos? ¿Cómo hombres como Heidegger pudieron apoyar el nazismo? ¿Cómo todo un pueblo puede acoger tal delirio? Un sinfín de preguntas con desagradables respuestas.

Os dejo con Primo Levi a su regreso a Turín, un muchacho de apenas 27 años haciendo un esfuerzo supremo por recordar para que nosotros podamos conocerlo todo. Aquí algunos fragmentos:

“Me muerdo los labios profundamente: sabemos bien que el ocasionarse un pequeño dolor sirve de estimulante para poner en movimiento las últimas reservas de energía. También lo saben los Kapos: algunos nos golpean por pura bestialidad y violencia, pero hay otros que nos golpean cuando estamos ya bajo la carga, casi amorosamente, acompañando los golpes con palabras de exhortación y de ánimo, como hacen los carreteros con los buenos caballos”.

“Como ya hemos dicho en otra parte, el reglamento del campo prescribe que todas las mañana los zapatos se embetunen y se les saque brillo, y cada Blockältester (=jefe del barracón, normalmente judío) es responsable ante los SS de la obediencia a esta disposición por parte de todos los hombres de su barracón. Se podría, pues, pensar que cada barracón disfruta de una asignación periódica de betún para los zapatos, pero no es así: el mecanismo es otro. Es necesario anticipar que cada barracón recibe, por las tardes, una asignación de potaje que es un poco mayor que la suma de las raciones reglamentarias; el exceso es repartido según el arbitrio del Blockältester, el cual se procura, en primer lugar, las atenciones para sus amigos y protegidos, en segundo, las compensaciones debidas a los barrenderos, a los guardias nocturnos, a los inspectores de piojos y a todos los demás funcionarios prominentes de la barraca. Lo que todavía queda (y todo Blockältester astuto hace que siempre sobre), sirve precisamente para las compras.”

“Además, los enfermeros obtienen grandes ganancias del tráfico de cucharas. El Lager no provee de cuchara a los recién llegados, aunque el potaje semilíquido no pueda ser consumido de otra manera. Las cucharas se fabrican en la Buna, a escondidas y en los ratos libres, por los Häftlinge que trabajan como especialistas en los Kommandos de herreros y hojalateros; se trata de bastas y pesadas herramientas, hechas con chapas trabajadas a martillazos, frecuentemente con el mango afilado, de modo que sirva al mismo tiempo de cuchillo para cortar el pan. Los mismos fabricantes las venden directamente a los recién llegados; una cuchara sencilla vale media ración, una cuchara-cuchillo tres cuartos de ración de pan. Ahora bien, es ley que en el Ka-Be (barraca-hospital) se pueda entrar con la cuchara, pero no salir con ella. A los curados, en el acto de darlos de alta y antes de vestirlos, la cuchara les es confiscada por los enfermeros, que la envían en venta a la Bolsa(…)”

Enciérrense tras la alambrada de púas a millares de individuos diferentes en edades, estado, origen, lengua, cultura y costumbres, y sean sometidos aquí a un régimen de vida constante, controlable, idéntico para todos y por debajo de todas las necesidades: es cuanto de más riguroso habría podido organizar un estudioso para establecer qué es esencial y qué es accesorio en el comportamiento del animal-hombre frente a la lucha por la vida. 
No creo en la más obvia y fácil deducción: que el hombre es fundamentalmente brutal, egoísta y estúpido tal y como se comporta cuando toda superestructura civil es eliminada, y que el Haftling no es más que el hombre sin inhibiciones. Pienso más bien que, en cuanto a esto, tan sólo se puede concluir que, frente a la necesidad y el malestar físico oprimente, muchas costumbres e instintos sociales son reducidos al silencio.”

“(...)Hay que desconfiar, pues, de quien trata de convencernos con argumentos distintos de la razón, es decir de los jefes carismáticos: hemos de ser cautos en delegar en otros nuestro juicio y nuestra voluntad”.