Lo mejor es comenzar con la música de fondo que nos propuso Roberto Bolaño en este libro:
"La miro: el gatito
negro está entre sus brazos y Remedios Varo le dice: bonic, on eres?, bonic, feia hores
que et buscava.
¿Quieres escuchar un poco
de música?
¿Me lo dice a mí o se lo
dice al gatito? Supongo que a mí, porque al gatito le habla en catalán, aunque
a simple vista cualquiera se puede dar cuenta de que se trata de un gato
mexicano, un gato mexicano callejero con una estirpe de por lo menos
trescientos años, aunque ahora que la luna se traslada, con pasitos de gata, de
una baldosa a otra del lavabo de mujeres, me pregunto si en México, antes de
que llegaran los españoles, había gatos, y me respondo a mí misma,
desapasionadamente, objetivamente, incluso con un deje de indiferencia, que no,
no había gatos, los gatos llegaron con la segunda o la tercera oleada. Y
entonces, con voz de sonámbula porque estoy pensando en los gatos sonámbulos de
México, le digo que sí y Remedios Varo se acerca al tocadiscos, un tocadiscos
viejo, cosa que no tiene nada de raro pues estamos en el increíble año de 1962
y todas las cosas son viejas, ¡todas las cosas se llevan una mano a la boca
como yo para ahogar un grito de asombro o una confidencia inoportuna!, y pone
un disco, y me dice: es el concertino en la menor de Salvador Bacarisse, y yo
escucho por primer vez a ese músico español y me pongo a llorar, otra vez,
mientras la luna salta de una baldosa a otra, en cámara lenta, como si esta
película la dirigiera yo y no la naturaleza".
Amuleto es
un librito de unas 150 páginas que Roberto Bolaño escribió entre sus dos
grandes colosos: Los detectives salvajes
y 2666. En él roba algunos de los
personajes de los detectives para desarrollarlos de forma distinta. La
protagonista, Auxilio Lacouture, una uruguaya apasionada por la poesía, había
viajado a México sobre el año 1965 para ofrecerse como chacha a dos poetas
españoles emigrados, León Felipe y Pedro Garfias, y también para vivir las
noches de México D.F junto a los jóvenes poetas mexicanos, de café en café, de
tertulia en tertulia. Auxilio se convirtió en la madre de todos ellos, era la
madre de todos los jóvenes poetas iberoamericanos.
El
acontecimiento que comparten ambos libros (Los
detectives salvajes y Amuleto) es
la recreación de un hecho histórico que sucedió en septiembre de 1968, la
violación de la autonomía de la Universidad Autónoma de Ciudad de México,
entrando los militares en el campus de la Facultad de Filosofía y Letras.
Bolaño inventa un personaje, Auxilio Lacouture, quien se queda en uno de los lavabos
de chicas de la facultad leyendo un libro de poemas de Pedro Garfias. Se aisló
del ruido y permaneció así, “sentada en el wáter y con las polleras
arremangadas”, sin enterarse de nada hasta que ya era mejor no moverse. Pasó
así muchos días. El libro Amuleto
sucede en este período de tiempo, Auxilio utiliza su memoria pasada, futura y
su imaginación para contarnos un libro delicioso: “Y no sé cuánto tiempo pasó,
si mucho o si poco, porque yo tenía los sentidos enganchados con alfileres en
el espacio y no en el tiempo”.
Dentro
de las características de estilo del libro voy a resaltar estas cuatro:
Coquetea
con el realismo mágico. Bolaño juega constantemente con la realidad y el
tiempo, viene y va del pasado al futuro, de lo imaginado a lo real, son
constantes del libro que lejos de encasillarlo lo refuerzan. Recuerda la fuerza
evocativa que consigue su admirado Antonio Di Benedetto en su novela Zama y matices del estilo de Juan Rulfo,
aunque mantenga su estilo ecléctico.
Se
adelanta al boom de la auto-ficción. El machito latinoamericano Arturo
Belano que es un personaje principal en Los
detectives salvajes y que representa al propio Bolaño, reaparece aquí desde
la primera página en pinceladas escuetas pero clarificadoras, lo cuenta todo
Auxilio en primera persona, habla de su inmadurez al principio de conocerlo, de
su familia, de su viaje iniciático por diversos países de Iberoamérica hasta
llegar a Chile cuando el golpe de Pinochet, cuenta someramente que estuvo
detenido y habla de su vuelta a México muy cambiado y más maduro. Arturo Belano
es un personaje secundario pero fundamental en esta novela, nos muestra
brochazos sutiles que nos hacen imaginar al Bolaño adolescente frágil y a la
vez viril que sobrevive por su inteligencia.
Sorprende
en este libro la importancia -mucha mayor importancia que en ningún otro libro
del autor- de los personajes femeninos. Trata con cuidadísima sensibilidad a su
protagonista y narradora Auxilio Laconture, también a la pintora catalana
Remedios Varo, de quien deja un retrato de mujer elegante, sobria y casi
fantasmal dada la imposibilidad temporal de ser real el encuentro con Auxilio.
De igual forma aparece la poeta uruguaya Lilian Serpas, casi anciana, vendiendo
los dibujos de su hijo. Realiza también un somero retrato de su propia madre.
Metaliteratura. La
literatura de Roberto Bolaño es siempre análisis de la literatura, siempre
aparecen críticas, alabanzas, invenciones sobre sus autores favoritos o sobre
los que no son tan favoritos, es una de las características más destacadas de
su escritura, convirtiéndose sus grandes libros en un saco sin fondo de nombres
y autores, especialmente poetas. En este libro aparece, como no podía ser de
otra manera, la literatura de la literatura, hay homenajes claros a
personalidades del mundo de las artes, especialmente las ya mencionadas pero en
ningún caso su aparición es larga y tediosa sino amena y productiva.
También
quería resaltar que Bolaño como le ocurre a Cervantes, Marcel Proust, James Joyce,
F. Dostoievski y muchos célebres autores, llenó hojas y hojas pasionales,
inteligentes, cargadas de poesía, de balas, de golpes, de nombres, pero que a
veces el lector tiene que levantarse y dejar el libro, despejarse un poco,
comerse un cacahuete o todo un campo de higos antes de volver a cogerlo otra vez.
Eso aquí no pasa, la palabra fluye por el tiempo, el recuerdo y la imaginación
a buen ritmo y las dimensiones de la novela permiten cómodamente pasearla de
principio a fin.
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