Voy a dedicar en este blog de
literatura esta entrada a la escritora surcoreana recientemente galardonada con
el Premio Nobel de Literatura Han Kang. Su literatura es un verbo contenido,
austero y muy poético que va calando en el lector como una lluvia mansa, es una
literatura llena de preguntas donde subyace una obsesión constante en cada uno
de sus libros que he leído por comprender por qué existe tan presente la
violencia en el ser humano, por qué el ser humano es violencia y es belleza
también.
En “La vegetariana” o
en “La clase de griego” la violencia implícita se revela en momentos muy
concretos con intensidad pero matizada y engalanada con mucha sutileza y siempre
la presenta en un entorno más o menos íntimo o familiar. Sin embargo en su
libro “Actos Humanos”, que es el que voy a presentar aquí hoy, la
violencia es la reina de lo público, del gobierno, del ejército, la manifestación
del poder incuestionable y voraz.
Han Kang nació en Gwangju,
ciudad donde se desarrollaron los hechos que cuenta en “Actos Humanos”, ocurrió que en mayo de
1980 hubo una rebelión ciudadana contra la nueva dictadura del general Chun Doo
Hwan donde tuvieron un gran papel jóvenes universitarios, sindicalistas y
estudiantes de la secundaria y la respuesta del ejército fue especialmente
cruenta contra ellos. Las revueltas se extendieron durante nueve días con un
número enorme de muertos y detenidos que sufrieron atroces torturas.
El libro se divide en seis
partes y un epílogo, cada una de las partes tiene como protagonista a una de
las víctimas implicadas en el levantamiento y conforme se transita por sus
páginas evoluciona la historia en el tiempo, abarcando desde la época del suceso
a relatar hasta el año 2013 cuando Han Kang escribió el libro. En el epílogo
nos cuenta su experiencia personal y como tuvo consciencia de estos hechos
llegando a obsesionarla vivamente, así que un día volvió a la ciudad de su
niñez para investigar y revivir en los mismos espacios toda la historia.
Por último y antes de darle
toda la voz a Han Kang querría resaltar el impecable trabajo de traducción de Sunme
Yoon.
Extractos:
1.
“¿A dónde irán las almas
cuando se mueren los cuerpos?, piensas de pronto. ¿Cuánto tiempo se quedarán
junto a él?”
Después de revisar bien que no
hay más velas que cambiar, te diriges hacia la puerta.
Cuando una persona viva
observa el cuerpo de un muerto, ¿estará también al lado el alma observando su propio
cuerpo?”
***
“¿Las almas de los que están
en el polideportivo también habrán salido de sus cuerpos como pájaros? ¿A dónde
habrán ido esas avecillas asustadas?”
***
“Si ese otro mundo hubiera
continuado con normalidad, la semana pasada hubieras tenido los primeros exámenes
parciales. Como hoy hubiera sido el domingo después de los exámenes, te habrías
quedado durmiendo hasta tarde y luego habrías jugado al bádminton con Jeongdae.
Del mismo modo que te parece increíble todo lo ocurrido en esta semana,
igualmente increíble te parece el tiempo vivido en ese otro mundo.”
***
2.
“Nuestros cuerpos estaban
apilados en forma de cruz.
Sobre mi barriga tenía a un
señor desconocido, colocado transversalmente en un ángulo de noventa grados, y
encima de la barriga del señor, había un joven bastante mayor que yo, también
desconocido. Sobre mi cara caían los cabellos de este joven y las caras
internas de sus pantorrillas se apoyaban sobre mis pies desnudos. Si pude ver
todo esto es porque aún seguía bien pegado a mi cuerpo.
Ellos se acercaron. Vestían
uniformes militares moteados, llevaban cascos en la cabeza y brazaletes de la
Cruz Roja en los brazos y se movían deprisa.
Empezaron a coger nuestros cuerpos y a arrojarlos al interior del camión. Lo hacían con movimientos mecánicos, como si lanzaran fardos de patatas. Para no perder mi cuerpo, subí al camión pegado a mis mejillas y a mi nuca. Cosa rara, estaba solo. Es decir, no pude encontrar a las otras almas. Aunque había almas en todas partes, no podíamos vernos ni sentirnos. Al final era una mentira eso de que nos encontraríamos todos en el otro mundo.”
***
3.
“Él golpeó la mesa con el
puño. Ella se sobresaltó y se pegó al respaldo de la silla. Como si hubiera
recibido un nuevo golpe en la cara, se pasó la palma de la mano por el pómulo.
Justo entonces se asustó, cuando se vio la mano manchada de sangre.
¿Cómo olvidar?, piensa en la
oscuridad.
¿Cómo olvidar la primera
bofetada?
¿Cómo olvidar esos ojos que al
principio la miraron sin decir nada, con calma, como alguien que está haciendo
un trabajo rutinario?”
***
“(…) levanta la vista hacia el
retrato del presidente Chun que está colgado en la pared pintada de cal del Departamento
de Censura.
¿Cómo es posible que un rostro
pueda esconder lo que lleva dentro?, es la pregunta que se hace. ¿Cómo puede
esconder la insensibilidad, la crueldad y el instinto asesino?”
***
“No tiene confianza en el ser
humano. No confía del todo en ninguna expresión del rostro, en ninguna verdad
ni oración bien redactada. Sabe que debe seguir viviendo únicamente en el
interior de una tenaz desconfianza y una fría indagación”.
***
4.
“Cuando entrábamos en la sala
de interrogatorios, ya tenían listo el bolígrafo negro Monami. Creo que, ante
todo, querían dejar bien claro que nuestros cuerpos no nos pertenecían, que no
había nada que pudiéramos hacer por nuestra voluntad, que lo único que nos
estaba permitido era sentir un dolor enloquecedor, un dolor insoportable que
nos hacía mearnos y cagarnos encima.”
***
“Me dijo que le hicieron poner
el pene sobre una mesa y a continuación lo amenazaron con pegarle con una regla
de madera.”
***
“No es que supiéramos que el
ejército era infinitamente más poderoso que nosotros. Lo extraño era que nos
dominaba algo tan grande como la fuerza que ellos tenían.
¿Sería la conciencia limpia?
Sí, la conciencia limpia.
¿Acaso hay algo más temible en
el mundo que la conciencia limpia?”
***
“Recuerdo todavía vívidamente
esa sensación de no tenerle miedo a nada, de estar dispuesto a dar la vida en
cualquier momento, de que la sangre de todos los que estábamos allí fluía en
una única y gigantesca arteria. Pude escuchar el pulso de esa sangre que corría
palpitante, de ese corazón que era el más grande y sublime del mundo. Lo digo
con humildad, pero me sentí parte de un todo.”
***
“Estoy luchando. Lucho todos los días en soledad. Lucho con la vergüenza de haber sobrevivido y de estar vivo hoy. Lucho contra el hecho de que soy un ser humano. Lucho contra la idea de que el único camino que me liberará cuanto antes de esa realidad es la muerte. Profesor, usted que es un ser humano como yo, ¿qué respuesta me puede dar?”