Recientemente
he leído el último libro de relatos de Mayte Blasco “La mejor familia del
mundo” que ha editado Niña Loba Editorial. No es el primer libro de relatos
de Mayte que me leo, ya me dejó un poso su libro anterior “Jaulas de
hormigón”, algunos de esos relatos aún los tengo rondando la cabeza. En
este caso, el libro se centra en las formas y problemas de familias, relatos
que he seguido disfrutando con gusto.
Destaco
la facilidad que tiene la autora de exponer fragmentos de realidad sin ningún
alarde ni floritura, con una técnica sencilla de frase corta que sin embargo es
capaz de, en momentos concretos, alcanzar cotas de buena literatura, recuerdo
ahora que me pasó algo similar con un libro de relatos de Maupassant. En
relatos del libro como “Puñado de tierra”, “La tía enrollada” o “El globo” lo
he sentido.
Desarrolla
la escritura en primera persona, en segunda, en tercera, en la primera persona
del plural según le convenga al relato y todos con bastante solvencia. Destaca el
uso que hace de la ironía, la encaja en el momento preciso para arrancarte una
casi sonrisa o una pena pequeña, matices que enganchan el corazón. Me gusta que
los personajes casi se toquen, puedan ser la vecina de al lado, tu hermana, una
mezcla de las dos…
Utiliza
Mayte una narrativa corta muy intensa, muy ágil, nunca tediosa o complicada,
nunca con párrafos moralistas o filosofías largas, al contrario, una pequeña
frase puede hablarte de un país entero, de una época, de una hipocresía grande.
Puedo decir que tiene la capacidad de hacerte pensar hondo con una palabra
insignificante que parece puesta ahí por casualidad, esto que parece nada es
todo en el arte de escribir. Las historias que nos presenta pueden contar
largos años o solamente una mañana, y sin embargo llena absolutamente el
discurso.
En
general os hablo de un libro espejo de una época muy concreta, nuestra vida, la
vida de la autora, relatos de las últimas décadas, los defectos, obsesiones y
creencias de los personajes son los defectos, obsesiones y creencias de nuestra
época, una radiografía de nuestro tiempo.
Determinadas
cotas de literatura (sin saber realmente qué es eso) se alcanzan pocas veces,
pero un buen escritor (o escritora) juega a rozarlas, salta como para tocar el
techo y en el camino, en el salto sabe que ha tocado algo, ha llegado a algo
mágico sin llegar, por eso volverá a intentarlo una y otra vez, una y otra vez.
Un poco así siento yo la literatura de Mayte, una literatura que llega a las
vísceras con su impulso, con la necesidad de encontrar el relato perfecto.
Ya
estoy esperando su próxima propuesta.
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