Leer es vivir es un
libro hecho de tiempo y memoria, un libro de libros. Jorge Morcillo ha realizado
un gran trabajo de retrospección para traernos a sus autores más
representativos del entusiasmo lector relacionándolos con la primera vez que
tuvo acceso a ellos. Nos habla de sus impresiones ante una obra, de sus
emociones, de su evolución lectora, de los personajes más significativos, de
los cambios de color que sufrió su cabello en la época que leyó a tal o cual
autor, de su dolor ante la decepción en alguna relectura... este libro es un
ensayo con vocación poética.
Es un libro sobre todo de
tiempo, es necesaria media vida y una pasión obsesiva por la literatura y el
pensamiento para poder realizar un trabajo de este calibre con solvencia, además
presenta a los distintos autores y obras con la arbitrariedad con que la vida
se los fue mostrando, poco a poco, lejos de cualquier conocimiento reglado, y
así él fue creciendo con las lecturas que engullía y esos libros le llevaban a
más, él lo explica así: “Ese fue el momento de mi vida lectora en el que comenzó
algo que se ha venido repitiendo a lo largo de todos estos años. Autor/a que me
encanta, autor/a que me inicia en una tradición, y es que si te dejas llevar y
sorprender por un escritor, este siempre te trasladará a otros escritores”.
Y así cabalga la prosa de Jorge Morcillo entre su vida y los libros, su vida y los personajes y los aprendizajes
de esos libros. Nos enteramos cuál fue el libro que inauguró su biblioteca y el
modo de adquirirlo, cuales los autores con quienes tardó en conectar pero que
cuando se produjo la conexión fue grandiosa, cuáles los personajes que más
ama…
También tiene reflexiones muy
jugosas que darán mucho que pensar a todos los lectores interesados en la
creación literaria, voy a traer aquí una crítica muy dura hacia la literatura
que no se expone, que se conforma con fórmulas repetitivas que se han ofrecido
a los lectores como la quinta esencia de lo literario creando un lector
acomodaticio que se pierde mucho de la pasión literaria que no hallará en esta
clase de libros. Jorge lo explica así: “Si al leer nuestros intelectos no
bailan conectados e inyectados de pasión lo que recibimos no puede llamarse
entretenimiento, sino que resulta un sucedáneo. Y esto es lo que percibo con ese
tipo de escritores: que son sucedáneos, y que trabajan con muchos clichés
porque han dejado de ser seres únicos y creativos para convertirse en marcas
comerciales. Es como si en vez de darte caviar de esturión te lo cambiasen por
lumpo del más barato”.
Pero este libro es también la
respuesta a un cansancio lector, el escritor busca ese entusiasmo que siempre
tuvo, del que se ha colmado durante toda la vida pero que últimamente tiene que
invocar y así lo dice: “por eso he de confesar que este Leer es vivir es un
libro escrito contra mí mismo. Contra ese lector analítico que soy hoy en día y
al que cada día le cuesta más entusiasmarse con lo que lee”. Por eso busca,
sigue buscando, creyendo en el ser humano escritor capaz de hacerle vibrar: “Quiero
libros que me sacudan. Que me provoquen y me inviten a pensar. Que el lenguaje
sea tan seductor como la música del flautista de Hamelin y me arrastre. Que
leer se convierta en un estado permanente de exploración, éxtasis, perplejidad
por lo osado del lenguaje, por la arquitectura del edificio, por la ambición
creativa. Que los libros se transformen en algo orgánico y al acabar de leerlos
sigan charlando con nuestras mentes”.
El elenco de escritores a los
que hace referencia a lo largo de las páginas es apabullador, su solvencia para
conocer la literatura occidental de todos los tiempos es enorme, es imposible
asomarse a este ensayo de libros y no sorprenderse, no traer nuevos títulos,
nuevos autores para conocer. Por sus hojas pasean Virginia Woolf, Bram Stoker,
Chesterton, Nietzsche, Heinrich Boll, Marguerite Yourcenar, Dickens, Vila-Matas,
Balzac, Krasznahorkai, Cartarescu, Kafka, Lucrecio, Virgilio, Dante, Bernhard, Roberto
Bolaño, Carlos Fuentes, Saramago, Renée Vivien, Rimbaud, y un gran etcétera de
autores que de alguna manera u otra pululan por sus hojas.
Si tuviera que calificar esta lectura diría que es, sobre todo, un ejercicio de integridad, un libro muy honesto, sin pelos en la lengua, Morcillo llama a las cosas y a cada uno por su nombre. Y en definitiva me parece un libro apabullador, fruto de toda una vida lectora que quiere insuflar en el lector toda su pasión por el saber literario, por los grandes libros y por la vida.
Es un libro orgánico que hará crecer la literatura en otros.
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