Después de haber pasado unos
meses leyendo a Balzac, sus obras: “Las ilusiones perdidas”, “Esplendores y
miserias de las cortesanas” y “Piel de Zapa”, quería escribir unas palabras
sobre su escritura, pero no alagar lo evidentemente alabable, su ingente
trabajo y sus enormes resultados sino señalar cómo es capaz de conectar con el
lector, en este caso con una lectora fuera de su época, y cómo lo consigue a
través de su didactismo, su saber escribir y su conocimiento hondo de la
Francia de su época; la primera mitad del siglo XIX.
Conocer datos de su biografía
me ha hecho entender su obsesión por mostrar los entramados del mundo del arte
y la política de su época que no distan mucho, aunque parezcan totalmente
diferentes, de los que sufrimos hoy, la obsesión por mostrar cómo las deudas
destruyen al ser humano y cómo el talento es usado por quienes, ajenos a él,
quieren lucrarse con él.
Me sobrecogen cosas muy
sencillas de su literatura, por ejemplo el acierto de ciertos títulos de sus
novelas, por ejemplo “Las ilusiones perdidas” una de sus mejores obras relata cómo dos jóvenes ilusionados
por el arte de la escritura son derrotados, cada uno de una manera, al
enfrentarse a la realidad, a la madurez, al mundo voraz de la capital o al
entramado prestamista, ¿es o no es perfecto el título de la novela?
Otro título que me cautiva cada vez que lo pienso es “La comedia humana”, nombre que dio a una colección de sus obras completas, quedándose el título para la posteridad, no sé a ti qué te parecerá, pero llamar así a un compendio de historias y reflexiones realistas donde, como en una autopsia, se desgrana el mundo social o los demonios internos del ser humano, a mí me parece bellísimo y concretísimo.
La última novela de él que he
leído, hasta el momento es “Piel de zapa” y me gustaría añadir aquí una
sensación muy viva que he tenido sobre ella, se trata de contar la vida de un
muchacho, la novela comienza presentando a Rafael de Valentín desesperado
jugándose en una sala de juegos su última moneda de plata y perdiéndola, a
partir de aquí la novela pasará por distintas etapas de la vida, explicará el
pasado, la desesperación, la esperanza, el gozo, el esplendor de la vida, el
amor verdadero, la enfermedad…, y siempre la obsesión, y resulta que cada una
de las partes tiene un tono único, parecen novelas diferentes porque te
arrastra tras esas sensaciones, es decir trasmite vivamente ese desespero, esa
esperanza, ese gozo, ese amor con un tono distinto cada una, no sé si me
explico bien, es una experiencia lectora particular.
También quiero resaltar que
Balzac es un autor que habla al lector, no cuenta simplemente historias, te
interpela, te explica, etc.
Obviamente, como todos los
autores de la época, tiene unas obras muy largas porque en su época no había
cine ni televisión ni Netflix y la literatura suplía todo esto, se explicaba
más, se describía más, se iba, a veces, por derroteros menos interesantes, como
me ha sucedido con su novela: “Esplendores y miserias de las cortesanas”
que se vuelve infumable, en mi modesta opinión, tras morirse los dos protagonistas
principales que aún conservaban algo de moralidad o de humanidad.
Para ilustrar, dentro de lo
posible, lo que me ha supuesto la lectura de estas novelas y, sobre todo para
poder trasmitir una pequeña parte de lo sentido tras ellas, os dejo con algunos
pasajes que, por alguna razón, me han llamado la atención.
Fragmentos de “Las
ilusiones perdidas”:
“En literatura el secreto del
éxito no radica en trabajar, sino en explotar el trabajo ajeno. Los
propietarios de periódicos son los contratistas de obras y nosotros somos sus
peones. Por ello, cuanto más mediocre es un hombre, más rápidamente triunfa;
puede tragarse sapos vivos, resignarse a todo, halagar las mezquinas y bajas
pasiones de los sultanes literarios”.
“Tenían casi todos un carácter
bondadoso y tolerante, dos cualidades que demostraban su superioridad. La
envidia, ese horrible tesoro de nuestras esperanzas defraudadas, de nuestro
talento abortado, de nuestros éxitos frustrados y de nuestras pretensiones
heridas, les era desconocida”.
“No se crea que el mundo de la
política es mucho mejor que este mundillo literario: en ambos reina la
corrupción, se es corruptor o corrompido”.
“Cuando D’Arthez sea tan sabio
como Bayle y tan gran escritor como Rousseau, nosotros ya habremos hecho
nuestra fortuna y seremos dueños de la suya y de su gloria. Finot será diputado
y propietario de un gran periódico y nosotros seremos lo que queramos ser:
pares de Francia o presos por deudas en Sainte-Pélagie”.
“El periodismo, en vez de ser
una especie de sacerdocio, se ha convertido en un medio en manos de los
partidos; de medio ha pasado a ser un negocio; y, como todos los negocios, no
tiene credo ni ley. Todo periódico es, como dice Blondet, una tienda en la que
se venden al público palabras del color que este quiere (…) Por ello, dentro de
un tiempo, todos los periódicos serán viles, hipócritas, infames, mentirosos,
asesinos; matarán las ideas, las filosofías y a los hombres, y florecerán por
eso mismo. Disfrutarán del privilegio de todo organismo colectivo: se hará el
mal sin que nadie sea responsable de ello”.
“Lucien le preguntó la razón
de que estuviera tan serio.
-Le veo que entra en el mundo
literario y del periodismo lleno de ilusiones. Cree en la amistad. Aquí todos
somos amigos o enemigos según las circunstancias. Somos los primeros en
herirnos con el arma que solo debería servirnos para herir a los demás. No
tardará en darse cuenta de que no logrará nada con los buenos sentimientos. Si
es bueno, hágase malo. Muéstrese arisco aunque no sea más que por conveniencia.
Si nadie le ha revelado aún esta ley suprema, se la hago saber yo y no es una
confidencia baladí. Para ser amado, no deje nunca a su amante sin haberla hecho
llorar un poco; para tener éxito en la literatura, hiera siempre a todo el
mundo, incluso a sus amigos, haga llorar al amor propio ajeno: todo el mundo se
mostrará amable con usted”.
De “La piel de zapa”:
“¡Cuántos jóvenes talentos,
confinados en una buhardilla, se marchitan y perecen por falta de un amigo, por
falta del consuelo de una mujer, en el seno de un millón de seres, en presencia
de una multitud harta de oro y que se aburre! Ante semejante idea, el suicidio
adquiere proporciones gigantescas (…) Cada suicidio es un poema de melancolía”.
“La desgracia me ha
proporcionado la fortuna; la ignorancia me ha instruido”.