Ha
coincidido que yo iba y venía por el libro: “El estado natural de las cosas” de
Alejandro Morellón cuando el libro ha sido alzado al mundo del reconocimiento,
ha ganado el IV Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, uno
de los premios de cuentos más importante en nuestra lengua.
Extraño
leerlo antes, leerlo después y que no te salga una llamarada de las manos y
resulte que sostienes un libro distinto, más hecho, al que hay que prestar más
atención –la cabeza va como quiere- a cada detalle, a cada clavo que se clave
en el techo, a las miradas desde lo alto, a los personajes tan…
El relato
que da nombre al libro: El estado natural de las cosas ya es
mitología o lo será pronto, y si se lee desde esa creencia se cata con toda su
complejidad. Te paseas por sus palabras y crece la unidad de principio a fin: un hombre se cae al techo y tiene que hacer su vida desde allí, tiene que
observar a sus seres queridos desde lo alto y al revés, vivir estando a unos
metros del mundo, del meollo, de las preocupaciones de los seres gravitatorios.
La calma, el ostracismo se hacen insoportables. Es Kafka el que traga
saliva desde las alturas, trasunto de su trapecista genial, aquel que estaba
más a gusto en su trapecio que entre los hombres, aquel que una de las veces
que bajó su agente notó en su rostro que había envejecido. Este nuevo personaje
de Kafka/ Morellón es tan punzante y va tan de disimulo que ya me explico yo
que haya pasado desapercibido, que lo hayamos leído sin leerlo, que se le haya
transparentado el papel a todos los editores, jurados, amigos y enemigos
dispuestos a acercarse a él.
A este
relato, el más largo del libro, lo acompañan otros igual de transparentes; la
realidad se matiza, se le da la vuelta, se diviniza.
El relato
que abre el libro: Elogio del huracán comienza así: “Siempre
he disfrutado de la violencia de lo cotidiano: por ejemplo, la de un vaso que
se rompe en la oscuridad (…)” y entonces la violencia de lo pequeño, de lo
doméstico se vuelve abismal, lo recorre todo y tú lo ves y parece que no lo
estás viendo.
Reprimir el
gesto exterminador, aquí una mujer se ríe estruendosamente y tapa con su risa todo el horror del mundo y los
vecinos quieren ¡por dios! que deje de reírse.
Intervención
nº 3. Un
hombre vende su mano izquierda, es viudo, su mujer no le hubiera dejado hacerlo.
Y más
historias “fragile”, hasta un total de siete para sorprendernos.
"El
estado natural de las cosas " es una compilación de cuentos desbordados de
matices, alejados de la naturalidad, de lo esperado, que encuentran todo el
sentido en la comprensión del lector. Pero hay que leerlo bien, tratando de atraparlo, de atar las historias fuertemente para que no resbalen.
Gracias
Alejandro.
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