lunes, 15 de noviembre de 2021

Jorge Morcillo y “El emperador de los helados”

 


Ya te lo he dicho muchas veces, Brigitte, en este mundo donde los individuos libres son perseguidos y aniquilados solo se puede hacer dos cosas plenamente satisfactorias para un espíritu creativo como el mío: escribir o escarbar, y a veces pienso que son la misma cosa, la misma maldita y bendita cosa: escribir o escarbar. (del relato: “Escribir o escarbar”).

El fragmento anterior pertenece al último libro de Jorge Morcillo, “El emperador de los helados”, un conglomerado de relatos muy variados tanto en extensión como en forma, diría que es como un sobre sorpresa, nunca se sabe ni se puede intuir qué contendrá el próximo relato, cuál será su forma y qué sorpresa te ofrecerán sus hojas, realmente es un acontecimiento único y variado. Me gusta la libertad del autor al encarar los distintos temas y la forma siempre diferente en que los desarrolla, además usted encontrará relatos más apegados a la historia, otros mucho más actuales, los hay de diferentes lugares del mundo y el vocabulario está siempre adaptado como un guante a los diversos escenarios.

Destacaría la capacidad del autor para con el dominio del ritmo del relato que es siempre un ritmo muy musical. En el primero de los relatos cuenta la historia de la herencia de un compositor famoso, Janik Sedlák, aquí desarrolla un tema recurrente en él, el talento y la personalidad. El narrador del relato es el hijo del compositor y se presenta como un juez de carrera que ha llegado a su actual profesión precisamente por carecer del suficiente talento musical, el relato crece inmensamente en sus últimas hojas, es maravilloso el ritmo y la evolución de los argumentos para explicar la tormenta personal que implica para un ser creativo, sensible, consciente y disfrutador del genio ajeno ejercer de juzgador, aquí Jorge consigue algo poco frecuente, que con un ritmo trepidante y muy hermoso nos destape las puertas a una sensibilidad potentísima.

Otro relato conmovedor -o tal vez repulsivo, según como se mire- es el segundo, donde una rata es educada por el Vizconde de Labrouste. Habéis escuchado bien, una rata ilustrada que aprende de la amplia biblioteca del castillo donde obtiene comida física, sí, pero también comida (o hambre) para la mente y el espíritu, pues bien, esta rata maneja su inteligencia para discernir sobre su entorno, filosofar sobre la vida y buscar el disfrute frente a la desgracia que le acontece al sucesor del vizconde, además presenta al protagonista del próximo relato dándole un tono cómico: En fin, a ver de qué pie cojea este engendro que viste y se expresa igual que un pavo real. Yo creo que no debe andar muy bien de la cabeza. Este nuevo protagonista es el comprador del castillo del vizconde, un exitoso director de cine que viaja hasta allí huyendo del éxito y lo expresa así: Cuando el éxito entra por la puerta, uno ha de huir como si no tuviese Dios. Un relato sobre el éxito y su destrozo.

En este libro el humor refinado está muy presente y es especialmente tentador porque está mezclado, fusionado con la hondura, casi con la sentencia filosófica, yo diría que los personajes se expresan entre el ridículo y lo genial, son héroes y payasos al mismo tiempo, la comicidad y el razonamiento elevado van unidos de la mano. Cuando el autor consigue esta fusión los relatos se engrandecen y calan.

He observado que la literatura de Jorge Morcillo se disminuye cuando el tema es demasiado próximo, cuando el lenguaje acoge el lenguaje de nuestra época, nuestros conceptos y nuestros prejuicios y que crece, se multiplica cuando busca escarbar y escarbar, entonces abre caminos muy interesantes.

Para finalizar hablaré de dos relatos que me han gustado especialmente, se trata de los dos últimos del libro, son contundentes (o redondos como una naranja que decía Ana María Matute). Estos textos son, “Mi amigo Artur”, un relato sobre el día a día de unos jóvenes con poco futuro en la Polonia ocupada por los Nazis, una aproximación a la guerra y al valor de la amistad desde la necesidad de celebrar la vida a cada momento pues a cada momento está amenazada, y el último relato: “Lo inexpresable”, un guiño a su anterior libro: “De cielos y escarabajos”, donde su protagonista, la poeta Laura Maldonado, superviviente, mujer y poeta vuelve al tono de su libro para hablarnos del arte de escribir que es aquí también el arte de vivir o de sobrevivir…  Diles que se escribe como se ama…, un texto corto muy rítmico y muy pleno que puede leerse en bucle sin desgastarlo.

La verdad es que me ha sorprendido este libro pero realmente quien me ha sorprendido ha sido su autor, Jorge Morcillo, un escritor que se atreve con todo, que no le teme ni a la dificultad ni al ostracismo, ni a nada, alguien de quien aprender tesón, no tiene pelos en la lengua y se tira a la piscina con o sin agua, ya si eso somos los lectores los que tenemos que mirar hasta dónde nos salpica su palabra.

Es un escritor al que sólo le queda avanzar y avanzar… Diles que no podemos sino avanzar hacia nuestra muerte. Que no existe nada. Que no esperamos nada.

Decirle a Jorge Morcillo que ha sido muy grato toparme con su escritura, que su osadía se agradece, que se necesita y que lo único que tiene que hacer es seguir escribiendo como si no hubiera un mañana, el futuro es sólo de quienes buscan el riesgo y avanzan poco a poco con los pies un poco en el aire. 


1 comentario:

  1. Hermosa reseña. Terminé de leer el libro no hace mucho y me está costando de reseñar, me has ayudado a centrar mis pensamientos que no difieren en demasía de los tuyos. Jorge Morcillo es un escritor total, como lo era su amado Bernhard a quien habrá que leer también. Un saludo.

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