Es
curioso, a veces, como nos vienen los libros. A mí La acústica de los Iglús de Almudena Sánchez me vino por casualidad
hace unos días, lo vi de pasada en un tuit. Se trataba de la última apuesta de Alberto
Olmos como editor invitado en la editorial Caballo de Troya y decía que era un
libro de relatos donde: “(…) la narradora templa el estilo para poner del revés
la trama mágica del mundo”, entonces lo compré. Podía estar bien, podía estar
mal, podía estar ni bien ni mal. Su autora, Almudena Sánchez, era una chica
alegre de una foto que había visto por ahí en la web, poca cosa para
influenciarme positiva o negativamente. Nada sé de su escritura. Entonces
comienzo a leerlo con la mayor neutralidad que en mi opinión se puede tener; la
que te da enfrentarte a un libro desconocido de una autora desconocida.
El
primer relato que leo es La señora Smaig
y observo que empiezo a subrayar demasiado pronto algunas frases que saltan
como resortes a mis ojos, recojo aquí algunas: “A los hospitales no vuelve casi
nadie, aunque son el futuro de casi todo el mundo” o “¿Existe un salto más
triste y más aplaudido que el del delfín?” Conforme paso de un cuento a otro tengo
la impresión de que lo relatado crece en intensidad mientras yo crezco en
asombro y en disfrute, porque Almudena te embulle de cabeza y con el agua fría a
unos ambientes oníricos increíbles, a irrealidades juguetonas y algo amargas, a
veces infantiles pero nunca inocentes, baratas o vulgares. Me impresiona su
segundo cuento El frío a través de los
engranajes -las imágenes delirantes crecen en mi mente-, y con Apuntes desde la bóveda celeste estoy
rendida a su estilo tierno y brutal, educado, musical y tremendo; a partir de
aquí ya no hay duda estamos ante un gran libro lleno de puertas y una buena
escritora detrás.
J. Kafka,
Eloy Tizón, J.S. Bach, S. Kierkegaard, influencias artísticas que van
abriéndote cicatrices, emociones, constataciones, es imposible resumir aquí la
cantidad de imágenes, de pensamientos, de matices con los que me encuentro
mientras avanzo en mi lectura; La niña que busca en el interior de la piscina
del Hotel Minerva al nadador ciego
que vive allí, la astronauta recogiendo basura espacial de Apuntes desde la bóveda celeste, o la pianista de once años
descubriendo la verdadera materialidad del amor en El arte incrustado. Almudena usa un optimismo engañoso, una trampa
que yo desconozco pero que me gusta; en El
triunfo Humano la protagonista vive momentos claustrofóbicos, nauseabundos
y la belleza rabiosa, y lo que es revelador, el lector o lectora entregada también
los siente, hay realismo que se toca y te revuelve el estómago, te descabala y
te emociona. Me emociona. Este relato podéis leerlo en este enlace: http://revistaparaleer.com/tag/almudena-sanchez/
El
último relato se llama Introducción al
relámpago, en él Almudena nos habla de la inutilidad, del arte, del amor,
de las lágrimas ¿Qué se puede hacer con una lágrima? ¡Ni lo imagináis!
“Las
cosas son así: tienen su debido tiempo, su debido espacio, que deben coincidir
debidamente. Lo demás es ficción.”
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