viernes, 9 de septiembre de 2016

Juan Mayorga: Teatro filosófico de andar por casa


Este verano he leído a Juan Mayorga, dramaturgo, filósofo y matemático, concretamente me he leído dos de sus obras de teatro: Cartas de amor a Stalin y La Paz Perpetua y ambas me han parecido necesarias.

Es posible que sólo la literatura que se sostiene en el pensamiento tenga sentido, en este caso el teatro de Juan Mayorga lo tiene, se trata de un teatro filosófico que utiliza temas de vigente actualidad y que son atemporales a la vez, el resultado vale mucho la pena. 

Leyendo Cartas de amor a Stalin se percibe la angustia del proscrito, encerrado sin encierro, el autor utiliza como personaje al escritor ruso Mijáil Bulgákov, quien tenía bastante fama en Rusia hasta que el régimen de Stalin consideró su obra peligrosa y dañina para el pueblo ruso, entonces las representaciones de sus obras se prohibieron y el autor fue marginado.
  
En esta obra Mayorga nos hace pasar por un proceso infernal donde el protagonista está en su casa escribiendo una carta al camarada Stalin para que le deje vivir de una de estas dos formas: o bien alzando el veto a su obra, o bien dándole la libertad junto a su esposa permitiéndoles salir de Rusia. La no contestación de Stalin se convierte en una obsesión y Bulgákov llega a mantener conversaciones con el Stalin que tiene en su cabeza rozando la locura.

En La Paz Perpetua los protagonistas son tres perros que compiten por conseguir ser miembros de un cuerpo policial de élite, el K9, un grupo de seguridad antiterrorista. La Paz Perpetua es un homenaje a Enmanuel Kant, es también el título de uno de sus libros donde Kant concluye que la paz perpetua es posible y se dará por puro egoísmo cuando la desconfianza entre los Estados sea tal que solamente la paz pueda asegurar la existencia de cada uno de ellos.

Llama la atención que el diálogo se lleve a cabo entre perros, desde cerebros de perros pero razonando a la manera humana, con la lógica y la frialdad del razonamiento humano. El lector se mantiene constantemente a la expectativa, obligado a pensar en cada momento.

Juan Mayorga en una entrevista al ser preguntado sobre el teatro afirmó que “si el teatro no es capaz de desestabilizar las convicciones del espectador, de ponerle ante buenas preguntas está siendo irrelevante”. No es el caso de su teatro.

Un fragmento de La Paz Perpetua:

Humano- (…) Ésta es una guerra metafísica, una guerra en el espíritu. ¿Razón o sombra, progreso o reacción, civilización o barbarie? ¿De qué lado está, Enmanuel?

Enmanuel- Sólo soy un perro.

Humano- Distinguir entre lo justo y lo injusto, eso hoy sólo puede hacerlo el corazón de un perro. Nunca el perro fue tan necesario al hombre. La humanidad está en peligro, no nos abandonen.”

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