Recuerdo aquel primer libro
de Elvira Navarro “La ciudad en invierno” (Caballo de Troya, 2007) que comenzaba con un relato sobre una niña pequeña llamada Clara y la relación con su tía, la
persona que estaba a su cuidado. El personaje de la niña tenía una dimensión
grandiosa, psicológica y literariamente, me gustaría tenerlo aquí para
releerlo.
Ha pasado mucho tiempo desde
entonces y la escritora ha publicado otros libros igual de interesantes: "La ciudad feliz" y "La trabajadora", utilizando una prosa cada vez más científica y expeditiva, más acabada, pero siempre que pienso en la prosa impoluta de Elvira me viene a la cabeza, sobre todo, ese primer relato que leí de la autora, los enormes matices psicológicos de la niña Clara y la
indecisión y resignación de su tía. Resume muy bien su estilo.
Ahora Elvira ha querido
encontrar a Adelaida García Morales en un libro polémico porque siendo ficción
trata “Los últimos días de Adelaida García Morales” (o así se llama el libro
aunque tampoco los trate mucho). Adelaida fue una escritora prudente,
introvertida, poco amiga de la exhibición pública cuyo cuento “El sur” fue el
causante de que su entonces marido Víctor Erice creara esa maravilla de
película con el mismo nombre. En 1985 la autora ganó el Premio Herralde de
novela con “El silencio de las sirenas” y a partir de aquí una Adelaida de 39 años
comenzó su carrera literaria pública que duró hasta el 2001 con “El testamento
de Regina”.
A mí me ha turbado el libro
de Elvira Navarro, organizado por capítulos alternos que dedica a las dos mujeres
que en ese momento se interesan por la historia de Adelaida, una realizadora
que está grabando un documental sobre la autora y una concejal de cultura que
tuvo un encuentro poco grato con Adelaida. La primera indaga (siempre a través de la ficción) la vida de Adelaida en boca de tres personas que la conocieron pero que no pertenecen al círculo íntimo de la autora, y la concejala piensa mientras
se cuenta su vida, sus temores, sus carencias, exhibiendo su pobre condición
moral/cultural. Además el libro consta de un Epílogo que es una especie de biografía de la vida de Adelaida que contiene también la transcripción de un podcast con la necrología de Adelaida donde conversa Javier del Pino con Luis Alegre y también con Alfonso Guerra que conoció a la autora en su juventud en el grupo de teatro sevillano Esperpento. También consta el libro de un apartado final que se llama: Aclaraciones donde la autora vuelve a incidir en el carácter ficticio del libro.
El libro consigue aproximarse a la mujer y a la escritora que fue Adelaida García Morales (siendo esta aproximación semificticia y parcial) con el fin de homenajearla e intenta mostrar a su vez el descuido institucional que nuestro país gasta hacia sus creadores, especialmente hacia los menos célebres. El experimento novelado de Elvira Navarro mantiene su prosa realista, concisa y psicológica de alto nivel pero es un libro que no hace vibrar, que no involucra excesivamente al lector y que
no logra personajes realmente vívidos.
Elvira se ha puesto a buscar
a Adelaida por todas las páginas de internet, por entre los significados de sus
libros, buscando en las caras de la gente, en los límites entre razón y locura,
en el anonimato y en la fama, paseando por los suburbios, pero no la ha
encontrado, se le ha escapado por ese sur árido que ella conoce tan bien. Lo que
sí creo que ha conseguido es reabrir la
curiosidad de los lectores de este país por la literatura de Adelaida García
Morales, o al menos, por su figura tan olvidada. Es de agradecérselo a Elvira.
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