domingo, 18 de agosto de 2024

Bartleby el escribiente


“Bartleby el escribiente” me ha dejado muda, algo parecido al protagonista, yo no digo que me parezca a él, o que llegue a parecerme en su especie de mudez pero me ha sorprendido mucho, como también lo ha hecho el empleador y narrador de este relato, lo considero uno de los narradores más tiernos de toda la literatura, al menos que yo haya leído nunca.

Hay libros que como los hombres, son imprescindibles, y esto que suena muy categórico y que, más o menos se repite demasiado en nuestros días, me parece muy acertado ante este cuento, un cuento del siglo XIX con un lenguaje abrumadoramente moderno, con una concreción sublime y una muestra clara de la inteligencia humana, de la inteligencia literaria. Si alguien no tiene claro qué es la literatura, o para qué sirve la literatura tan valorada de boquilla por nuestra sociedad, yo le aconsejaría que lea este cuento, es fácil de adquirir gratuitamente por internet y en pocas páginas comprenderá qué es la literatura y ya de paso, sufrirá y comprenderá también a la sociedad moderna entera sin necesidad de ir a la universidad o, si es el caso de ya haber ido, sin necesidad de tener que volver a ningún otro lugar de sapiencia oficial o extraoficial.

He llegado a este cuento a través del libro de Vilas-Matas “Bartleby y compañía”, ya sé que ambos libros son ya antiguos y que ya me vale llegar a estas horas, pero sí, he llegado últimamente sin arrepentimiento.

Ayer un amigo mío despotricaba en las redes sociales de los premios literarios más comerciales que, parece ser y en regla general, son los más anodinos, obviamente una sociedad anodina y mayormente engañada no podía tener otros divos literarios que fraudes, personas que no ahondan en los huesos de la sociedad y del ser humano, simplemente porque no tienen necesidad, el problema de sus masivas ventas es que contagian su comodidad cerebral a los incautos que los leen y piensan que leen lo más de lo más de la actual literatura cuando para encontrar la literatura real del tiempo presente hay que indagar bastante más que leer las propuestas literarias más a mano.

No obstante, en este espacio no estoy hablando de la literatura actual, sino de un cuento del siglo XIX con más sustancia en apenas treinta páginas que toda la biblioteca de muchas editoriales.

No quiero decir más del libro o cuento en cuestión, su autor es Hermann Merville, autor a su vez de títulos como Moby Dick.

Si se animaran a leer “Bartleby el escribiente” o a releerlo por esta sugerencia mía me sentiría muy agradecida y este simulacro de reseña habría tenido algún sentido.

Amablemente y hasta otra.

 

domingo, 19 de mayo de 2024

El sonido del fuego de Yordanka Almaguer


            Los personajes humanos de este libro, “El sonido del Fuego” de Yordanka Almaguer, pasan de puntillas sobre una vida que no entienden y se aferran a su instinto para poder seguir siendo. Sin embargo la vida se les transforma siempre a través de las fuerzas naturales como el fuego o el viento.

De la literatura latinoamericana siempre me ha maravillado la capacidad de sus autores de traspasar la barrera de la muerte como si fuera (como seguramente es) una simple puerta que puede atravesarse de ida y vuelta, un corredor circular, más o menos concurrido, de gente que camina.

En este libro de Yordanka el fuego es una consciencia infinita y el árbol (la ceiba) es el útero protector de todos los desvalidos, los perdidos, los niños desprotegidos, los incomprendidos, los que necesitan redimirse, y los humanos somos esos desvalidos, perdidos e incomprendidos que buscamos protección.

El libro juega desde el posmodernismo más coloquial, contando la vida de personajes poco convencionales, con sus vidas difíciles enfrentándose a su propio destino hasta el realismo más mágico y provocador que desestructura la lógica del discurso lineal. Eusebio, la abuela, Ana Angélica, Paola, Irene, Alejandra, Mateo, son personajes que buscan satisfacer sus deseos y seguir su senda, que se preguntan y buscan porqués y sienten la necesidad de encontrar consuelo. No todos viven en un mismo tiempo y unos viven como continuación de otros.

No es un libro fácil y me emociona de él recordar el poder aglutinador del personaje árbol (la ceiba) y el poder descomunal e incomprensible del personaje fuego. Los protagonistas humanos mortales se muestran muy humanos y resulta muy fácil empatizar con ellos.

Veo esta novela como un camino que Yordanka ya comenzó con su otra propuesta también editada por Niña Loba Editorial “La mujer de los pájaros”, donde el pasado y el futuro convergen en una necesidad imperiosa de sentir y de comprender la vida. Cada vez me convence menos suscribir la vida entre dos etapas lineales, el Nacimiento y la Muerte, por eso es un gozo ver como otros escritores llevan a cabo la ruptura de las cadenas de estas dos barreras temporales con solvencia.

El sonido del fuego es bellísimo y ancestral, como la vida. Sus personajes son hojas que lleva y trae el viento, sople por donde sople.

Yordanka sigue mostrándonos otros caminos literarios a ingenuos -acotados por las patas- como yo. Buena lectura para hacer pensar, además de ser una lectura llena de preguntas. 

Os dejo con sus palabras:

“Al final la vida es solo eso, un insecto efímero que a muchos les parece hermoso porque aparenta fragilidad; pero, como todo lo que tiene boca, vive por ella y para ella. Como el fuego que se mantiene hambriento y necesita su hambre para transformarse, necesita tragar para vivir: o sea, matar. Y existen muchas formas de matar, aunque pocas de ellas impliquen mancharse de sangre las manos”.

“Los muertos florecen a nuestro alrededor a la misma velocidad en la que se marchitan los vivos”.

“Si dejo de temblar de frío y de sentirme asustada por la oscuridad de la tierra, si dejo de creer que me convertiré en una semilla podrida y nunca podré mirar otra vez la cara al sol, si miro a la ceiba con detenimiento, puede que descubra el ojo por donde los otros entran y salen; siempre que halle la fuerza necesaria para eso.”



jueves, 14 de marzo de 2024

Milena y Kafka

 

           No puedo leer las cartas de Milena a Kafka porque están perdidas, solamente permanecen las que escribió Kafka a Milena, estas fueron guardadas por ella misma hasta la década siguiente cuando vio amenazada su vida bajo la ocupación nazi y se las dio, en custodia, al escritor Willy Haas. Es así como las cartas a las que tenemos acceso se convierten en una correspondencia epistolar coja, sólo de ida, pero que son de un gran valor pues complementan tanto la obra como el conocimiento que de Franz Kafka tenemos a día de hoy. Es por tanto un documento único de un gran valor. En ellas aparece un Kafka humano y reflexivo, temeroso y tímido, ilusionado y descorazonado, que vive inmerso en su circunstancia vital, enfermo de tuberculosis y enamorado de Milena, tratando de poner los pilares para un futuro que, realmente, fue muy estrecho pues murió en el año 1924.

Milena, de 24 años, vivía en Viena junto a su marido, un joven escritor judío, Ernst Pollak y Kafka, de 38, vivía en Praga, aunque pasaba estancias vacacionales en climas más propicios para su estado de salud.

La correspondencia comienza porque Milena conoce algunos cuentos publicados de Franz y pronto percibe su valor, la avanzadilla de su literatura y se interesa por él y por su obra, ofreciéndose a traducirlo al checo que era su idioma materno. Pronto mudará el trato mutuo de unas maneras protocolarias a un lenguaje más libre y sincero, será entonces cuando surge el sentimiento, la comprensión y las desavenencias entre dos jóvenes artistas de entreguerras del siglo XX que luchan por seguir creando y compartiéndose.

Hablamos del verano de 1920, Franz Kafka, a pesar de su insomnio y su tuberculosis, se entrega en cuerpo y alma a las cartas a Milena Jesenká. Esta labor se desarrolla hasta 1923, siendo intensa la correspondencia sobre todo en el primer año. En las cartas Kafka desarrolla los temas que le importan en ese momento: el mundo, los judíos, él mismo, el trabajo intelectual de Milena, sus sentimientos hacia ella, el estado físico y mental de Milena... 

Esta lectura me ha impresionado porque posiciona al lector como testigo mudo de la intimidad de Kafka, Milena es su gran amor aunque solamente tuvieron dos encuentros físicos, sin embargo, en el plano intelectual los encuentros eran diarios, eran continuos, eran necesarios, se abrían el corazón. En ese tiempo él vive para recibir las cartas de ella y para responderle. La correspondencia es muy vital, muy ansiosa, por momentos triste, por momentos absolutamente maravillosa, en ella Kafka cuenta anécdotas, se cuenta a sí mismo, su enfermedad, su vida, sus ilusiones, sus sueños, sus temores, además, parece ser que el hecho de mandarse cartas constantemente, varias al día, consigue que esta correspondencia esté plagada de malentendidos que tienen que corregir, las cartas van y vienen y no siempre llegan en el orden de escritura. Es un placer y una pulsión entrometerse en el mundo íntimo de Franz y Milena.

Hecha esta introducción, puedo decir que ha sido una labor apasionante indagar en los temores, anhelos y esperanzas de su autor e intuir la otra cara de la moneda, las palabras y sentimientos de Milena.

Acompaño y cierro este escrito con unos fragmentos de las cartas especialmente conmovedores:

“Una peculiaridad, creo yo, tenemos en común, Milena: qué tímidos y medrosos somos, casi cada carta es distinta, casi cada una se asusta de la anterior, y más aún de la carta de respuesta”.

A veces me da la impresión de que tenemos una misma habitación con dos puertas, una enfrente de otra, y cada uno sujeta el picaporte de su puerta, y con un pestañeo de uno de ellos ya está el otro detrás de su puerta, y basta entonces que el otro diga una sola palabra y el segundo, con toda seguridad, ya ha cerrado la puerta por fuera y ha desaparecido. Abrirá sin duda otra vez la puerta, porque es una habitación que quizás no sea posible abandonar. Si el primero no fuera exactamente igual que el segundo, se habría quedado tan tranquilo, preferiría aparentemente no mirar al segundo y pondría orden poco a poco en la habitación como si fuera una habitación igual que cualquier otra; en lugar de eso hace exactamente lo mismo junto a su puerta, a veces incluso están los dos detrás de sus puertas y la hermosa habitación está vacía”.

 

“Hace poco he vuelto a soñar con usted, fue un gran sueño, pero no recuerdo casi nada. Estaba en Viena, no recuerdo nada de eso, pero después llegaba a Praga y había olvidado su dirección, no sólo la calle, también la ciudad, todo, sólo de alguna manera surgía el apellido Scheiber, pero no sabía qué hacer con eso. Así pues, usted me había desaparecido por completo. En mi desesperación hacía varios intentos de lo más astutos, que sin embargo, no sé por qué, no podía poner en práctica y de los cuales sólo recuerdo uno. Escribía en un sobre: M. Jesenská, y debajo <Ruego entregar esta carta, de lo contrario la administración de Hacienda sufrirá una inmensa pérdida>. Mediante esa amenaza esperaba poner en movimiento todos los recursos del Estado para encontrarla".

 

"¿Ladino? No deje que esto la predisponga contra mí. Sólo en sueños soy tan inquietante”.

 

“Entretanto podía verte un poco, pero a mí me daba perfectamente igual tu aspecto físico, sólo me interesaba tu palabra”.

 

“(…);estoy cansado, no sé nada, y no querría sino poner el rostro en tu regazo, sentir tu mano sobre mi cabeza y permanecer así por toda la eternidad”.

 

“Las cartas tuyas más bonitas (y eso ya es mucho decir, porque en su conjunto son, casi línea por línea, lo más hermoso que me ha ocurrido en mi vida) son aquellas en las que das la razón a mi <miedo> y al mismo tiempo tratas de explicar que no debo tenerlo”.           

    



viernes, 1 de marzo de 2024

Mayte Blasco hablando de familias.

 

Recientemente he leído el último libro de relatos de Mayte Blasco “La mejor familia del mundo” que ha editado Niña Loba Editorial. No es el primer libro de relatos de Mayte que me leo, ya me dejó un poso su libro anterior “Jaulas de hormigón”, algunos de esos relatos aún los tengo rondando la cabeza. En este caso, el libro se centra en las formas y problemas de familias, relatos que he seguido disfrutando con gusto.

Destaco la facilidad que tiene la autora de exponer fragmentos de realidad sin ningún alarde ni floritura, con una técnica sencilla de frase corta que sin embargo es capaz de, en momentos concretos, alcanzar cotas de buena literatura, recuerdo ahora que me pasó algo similar con un libro de relatos de Maupassant. En relatos del libro como “Puñado de tierra”, “La tía enrollada” o “El globo” lo he sentido.

Desarrolla la escritura en primera persona, en segunda, en tercera, en la primera persona del plural según le convenga al relato y todos con bastante solvencia. Destaca el uso que hace de la ironía, la encaja en el momento preciso para arrancarte una casi sonrisa o una pena pequeña, matices que enganchan el corazón. Me gusta que los personajes casi se toquen, puedan ser la vecina de al lado, tu hermana, una mezcla de las dos…

Utiliza Mayte una narrativa corta muy intensa, muy ágil, nunca tediosa o complicada, nunca con párrafos moralistas o filosofías largas, al contrario, una pequeña frase puede hablarte de un país entero, de una época, de una hipocresía grande. Puedo decir que tiene la capacidad de hacerte pensar hondo con una palabra insignificante que parece puesta ahí por casualidad, esto que parece nada es todo en el arte de escribir. Las historias que nos presenta pueden contar largos años o solamente una mañana, y sin embargo llena absolutamente el discurso.

En general os hablo de un libro espejo de una época muy concreta, nuestra vida, la vida de la autora, relatos de las últimas décadas, los defectos, obsesiones y creencias de los personajes son los defectos, obsesiones y creencias de nuestra época, una radiografía de nuestro tiempo.

Determinadas cotas de literatura (sin saber realmente qué es eso) se alcanzan pocas veces, pero un buen escritor (o escritora) juega a rozarlas, salta como para tocar el techo y en el camino, en el salto sabe que ha tocado algo, ha llegado a algo mágico sin llegar, por eso volverá a intentarlo una y otra vez, una y otra vez. Un poco así siento yo la literatura de Mayte, una literatura que llega a las vísceras con su impulso, con la necesidad de encontrar el relato perfecto.

Ya estoy esperando su próxima propuesta.




lunes, 22 de enero de 2024

Thomas Bernhard y su literatura

    Leo a Thomas Bernhard desde hace un tiempo, comencé por su obra autobiográfica realizada en los años setenta: El origen, El sótano, El aliento, El frío, y resulta un comienzo fructífero pero muy duro, en ellos desgrana su vida familiar, el internado (en la época nacional-socialista con los constantes bombardeos aliados sobre la ciudad de Salzburgo y la posterior etapa neocatólica con semejanzas asombrosas en la castración intelectual de los pupilos), las sucesivas estancias en hospitales, casas de reposos e internados por sus problemas con el pulmón, problemas que acarreó durante toda su vida, y también sus luchas internas contra el suicidio. Desde muy temprana edad vio la muerte como algo cotidiano y la vida como una extrañeza.

    Y en todo este proceso siempre tuvo un lugar privilegiado la música, compartir con otros a través de la música, la música para restar locura al mundo, para salvarse espiritualmente, la música y la inteligencia, siempre sus mejores aliados, y permanecer con los ojos muy abiertos para localizar otras almas sensibles y cuestionadoras, rotundas y frágiles como la de Paul Wittgenstein (el protagonista de El sobrino de Wittgenstein).

    Respecto a su escritura honesta y dura produce en el lector sensible un golpe, un volcán de luz a través del ritmo endiabladamente intuitivo que utiliza, el leit motiv o la repetición, utilizándolo como si sus escritos fueran una pieza musical inacabable, indivisible, golpeando al oído de cada espectador-lector, creando un revulsivo para que nos levantemos del sillón y echemos la imaginación a andar, la consciencia a andar aunque sea para partirle la cara al músico-escritor (una provocación literaria a semejanza de la pieza 4’33’’ de John Cage con su no tocar durante ese tiempo).

    La literatura de Bernhard es hipnótica y avanza a través de la repetición que se expande en bloques, un nuevo bloque de contenido una nueva repetición, esta técnica está muy desarrollada en novelas como El malogrado o en Tala y mantiene al lector tensionado y a la espera de la nueva sacudida. No sabría decir qué me produce más vértigo si el goce de su prosa o la desesperación ante su prosa.

    Otra característica propia del autor que me alegra sobre manera es su capacidad infinita de crítica, de ser capaz de ver los hilos a cada aspecto de la vida, la crítica total, el análisis y la acusación sin paliativos a la sociedad, a las tradiciones, a los sistemas educativos, a las facciones políticas, a cualquier tipo de poder, incluido por supuesto el poder artístico y la tontería artística que suelen ir de la mano. Se trata de la alegría de la No censura que en el mundo naciente unido a la cancelación pública son los dos cánceres del arte. Pienso que cualquier obra artística de hoy que esté asentada cómodamente en el mundo sin tensiones es una obra muerta, muchas expresiones artísticas sin riesgo y amables con el poder convertirá a sus autores en los Pemanes del siglo XXI, no fue el caso de nuestro autor que si de algo pecó fue de abrupto, de provocador, lo que causó y le causó bastante sufrimiento.

    Sigo leyendo su obra, es una adicción que mantendré por bastante tiempo, quizá sea una terapia, una bendita terapia.

    Para terminar dejo un fragmento de su libro Tala como ejemplo de su escritura:

    “Somos débiles y caemos en la trampa, caemos en la trampa de la sociedad, pensaba en mi sillón de orejas, porque este piso de la Gentzgasse no es otra cosa ahora para mí que una trampa de la sociedad, en la que he caído. Porque indudablemente no es otra cosa que odio lo que el matrimonio Auersberger siente por mí, lo mismo que todas esas gentes que se han reunido en la sala de música, que por su causa huele ya francamente mal, esperando a ese actor del Burg que tanto éxito tiene en El pato salvaje, como no se cansa de decir la Auersberger una y otra vez, pensaba en mi sillón de orejas. Esperan a ese actor un tiempo que por mí jamás hubieran esperado, pensaba. El actor del Burg tiene que ser para ellos el punto culminante, pensaba, ¡ese zoquete teatral y pomposo! Y sólo por ese ser repulsivo se dejan dar largas desde hace ya dos horas para un banquete que los Auersberger han calificado una y otra vez de cena artística, porque, como pensaba en mi sillón de orejas, probablemente califican una y otra vez todas sus cenas de tales cenas artísticas, cenas que, por lo demás, recuerdo muy bien como cenas repulsivas” (…)

 

jueves, 19 de octubre de 2023

Releer a Hermann Hesse

 



He releído: Demian,

                   Siddhartha,

                  El Lobo Estepario.    De Herman Hesse.

Releer a Hermann Hesse es posicionarse ante la BÚSQUEDA en mayúsculas. Desde sus primeras obras un ser humano único busca respuestas y se busca así mismo. Es Hesse, por antonomasia, el escritor de la juventud, al menos de una juventud preguntona e inconformista, una juventud (o una persona) siempre dispuesta a sorprenderse.

Tanto el narrador de “Demian” como el de “Siddhartha” como el de “El Lobo Estepario” tiene esa indagación, la tendencia clara a quererse conocer y a buscar donde el común de los mortales no busca, varía la experiencia y la madurez del autor en cada uno de los libros y así son distintos sus planteamientos y la trayectoria de esa búsqueda, pero los fines son siempre reflexivos y espirituales.

He vuelto a aquellos años en que me sorprendía ver por escrito las dudas y necesidades de indagación que yo tenía entonces, pero nunca se vuelve igual, ahora la sorpresa por encontrar es muchísimo menor, será que finalmente encontré algo por el camino.

Es verdad que podría pensarse que existe una gran lejanía del mundo de hoy con el tiempo en el que se escribieron estas obras, la época entre guerras del siglo XX, pero la amarga verdad es que los desengaños, la sensación de vivir en un entorno siempre a las puertas de otra guerra por explosionar, y la impresión y frustración ante el descalabro de los principios que se creían inamovibles es exactamente la misma que hoy.

El Lobo Estepario se siente hombre y se siente bestia pero esta dualidad no le es válida, porque a veces la bestia tiene más alma y el hombre es peor que la bestia, además, según el tratado del Lobo Estepario existen multitud de más almas en un mismo ser. Por su parte Siddhartha busca su camino fuera de toda doctrina, fuera de todo tiempo y de constantes mundanas y en Demian se identifican los individuos que tienen la marca de Caín, aquellos relegados a saberse diferentes y adoradores de un dios llamado Abraxas, una deidad que es a la vez la virtud y el pecado para acabar dando la bienvenida a la guerra aceptada en las propias carnes con todo lo que esto significa.

“Quién busca con sinceridad no puede aceptar ninguna doctrina si quiere realmente encontrar algo”. Siddharta.

“Los sentimientos primitivos, hasta los más salvajes, no estaban dirigidos al enemigo; su acción sangrienta era sólo reflejo del interior, del alma dividida, que necesitaba desfogarse, matar, aniquilar y morir para poder nacer. Un pájaro gigantesco luchaba por salir del cascarón; el cascarón era el mundo y el mundo tenía que caer hecho pedazos.” Demian.

En El Lobo Estepario, la obra más madura de las tres, un hombre acabado por su desconexión con su entorno encuentra a una muchacha, muy distinta pero igual que él en la desesperación interior y esto le permite experimentar desde puntos de vista desconocidos, y en el sueño nunca pierde Hesse el sentido del humor, en uno de estos sueños el protagonista habla con Goethe: “Entonces se inclinó un poco hacia adelante, puso su boca muy cerca de mi oreja, su boca ya enteramente infantil y me susurró quedo al oído: Hijo mío, tomas demasiado en serio al viejo Goethe. A los viejos, que ya se han muerto, no se les puede tomar en serio, eso sería no hacerles justicia. A nosotros los inmortales no nos gusta que se nos tome en serio, nos gusta la broma”.   El Lobo Estepario.

Leer a Hesse es parar el tiempo, dejarlo por un tiempo en su frenético viaje y escuchar la voz tremenda del interior, es una experiencia grata si tienes paciencia para desvincularte, para no buscar un hilo argumental vertiginoso, si quieres oír los desajustes de un hombre sensible, burgués, culto y espiritual y de otros personajes colaterales que contrastan y refuerzan la búsqueda, la recreación, la crítica y la hondura.

Y además cualquiera de sus libros admite múltiples lecturas posteriores.



viernes, 31 de marzo de 2023

UN REINO OSCURO DE ALEJANDRO HERMOSILLA

 


“Los salteadores de caminos, los esclavistas, los nobles pervertidos, los ilustrados libertinos y los asesinos de ricos comerciantes campaban a sus anchas por los negros bosques, negras cuevas, negros torreones y negras calles de nuestro oscuro reino. Sin embargo, todos aquellos hombres que habían alzado su espada en contra del rey, mascullado unas pocas palabras denigrantes sobre su cuerpo o, simplemente, arqueado una sola ceja al ser mencionado su nombre en el transcurso de una reunión, habían caído de los puentes colgantes al abismo. Se encontraban confinados en ese gigantesco hoyo por orden de nuestro soberano. Aunque lo más sorprendente era que los reos de aquel presidio, en vez de denigrarlo o guardarle rencor, magnificaban su figura. Su estatura, de hecho, se tornaba gigantesca entre quienes habían sufrido su yugo con mayor rigor. Y era habitual que, cuando dejaban de masticar con la boca abierta y lograban hacerse entender, los prisioneros contaran historias sobre la omnipotencia del monarca”.

Alejandro Hermosilla nos presenta un duro y enigmático libro donde se enfatiza lo negro, lo oscuro, lo obsesivo, lo absurdo, lo atroz, lo inevitable, en un texto lleno hasta los tuétanos de poesía. 

Dos arquitectos, padre e hijo, son los ojos, es el más joven el que nos narra lo que acontece en el Reino Oscuro, un lugar inaccesible para la mayoría de las personas pero que ellos, a través de sus reformas, tienen acceso a él y a sus moradores. Los clientes con los que trabajan en este momento son un paisajista, un duque, un escritor y un pianista retirado. Las historias se desarrollan desde la intromisión en el alma de estos personajes. El relato se complementa con un repaso interesante y arbitrario a las historias más variopintas e insólitas de ciertos monarcas del pasado que sobre todo tienen miedo a perder su poder, esta es una característica intrínseca al título de rey: “cualquier monarca sabe perfectamente que no existe un enemigo potencial más peligroso que sus propios vástagos. Casi todos comienzan a conspirar contra sus padres desde la cuna, a los pocos segundos de haber nacido”. 

Reyes y gente de bien que, viviendo en el mismo mundo que los demás viven en otro, con otra moral, con deseos turbios, con miedos ancestrales. El poderoso está más allá del bien, destrozado y aupado por los lazos invisibles del orgullo y la humillación. Y para completar el elenco de personajes y sucesos que conforman este libro aparece en un segundo plano un personaje que ya es mítico en Hermosilla, un personaje desarrollado con multitud de matices, se trata del Jardinero, aquel monstruo plebeyo física y psicológicamente capaz de vejar, de destrozar al señor sin remordimiento, únicamente con su sola presencia, o ni siquiera, solamente con que se intuyan sus pasos en el patio o pisando la hojarasca del bosque. Este personaje catapultado en su anterior novela: "El Jardinero" es el único ser capaz de doblegar al noble más entrenado en atrocidades.

Personalmente me resulta imposible asumir con algún tipo de facilidad o claridad los fogonazos de imágenes horripilantes, desesperadas, paranoicas, sádicas, de estos personajes perdidos interna y externamente, perdidos en su psique y en su mundo de grandes mansiones, aislados y normalmente seducidos por una naturaleza brutal, una naturaleza que es atroz, soberbia, acaparadora y dominante.

Esta novela turba atentando contra los límites estrechos del pensamiento anquilosado de nuestra sociedad, es una catarata, una antología de monstruos capaces de saltarse toda conducta moral y toda poesía esperable en un bosque negro como su propio Reino.

Escritura indagadora y de lenguaje exquisito y provocador. 

¡Larga vida al Reino!


viernes, 25 de noviembre de 2022

La Taberna o El Tugurio de Emile Zola

 


Una de las lecturas que más me ha impactado últimamente es una obra decimonónica de Emile Zola: L'Assommoir que en español se tradujo por “La taberna” y que últimamente ha sido reeditada por la editorial Trotalibros con el nombre de: “El Tugurio”. Esta nueva edición es una muy buena noticia porque se necesitaba de vuelta a la vida en español.

Me ha impactado el libro porque su contenido es táctil; se pueden casi tocar los personajes, el ambiente, las calles, los lugares de trabajo, los bares repletos de gente ebria, las casas… También porque es una verdadera radiografía sin ambages y dolorosa de la clase trabajadora urbana del París de mitad del siglo XIX.

Emile Zola cuenta de forma exquisita la historia de Gervaise, una joven que viene a la gran ciudad con su novio y dos hijos de ambos y conoce el abandono y también el trabajo duro y más tarde la ilusión por prosperar junto a quien se convertirá en su marido, Coupeau. Pero nada es suficiente para enfrentarse día tras días a la realidad, a la vulgaridad, a la maldad, existe soslayadamente un continuo enfrentamiento entre pobres, las pugnas entre los “don nadie”, enfrentados unos contra otros para perderse todos ante la miseria. Solamente un atisbo de ilusión hará que Gervaise se atreva a soñar abriendo un negocio al público como planchadora. Pero estas ínfulas, estos sueños de prosperar como una señora nunca serán perdonados por vecinos y familiares ruines y envidiosos que no pararán de hacerle la vida imposible. Qué capacidad de expresión la de Zola, qué manera más certera de mostrar la inmundicia moral de la clase baja parisina (o parte de ella).

Las relaciones de Gervasie con la vecindad, con la familia de su marido, con el casero, muestran un esqueleto social amoral -proyectable a los distintos tiempos desde el siglo XIX hasta hoy- y que irá cerrando el círculo de la desgracia entorno a ella, una mujer fuerte pero no tanto como para sostener un mundo. Solamente hay dos cosas que Gervasie ansíe desde el principio del libro y parece que a través del trabajo duro podría conseguirlo, esas dos cosas son: llevar una vida sin sobresaltos y morir en su cama tranquila, pero… ¡cómo osó soñar tan alto!

Solamente el amor desinteresado de Goujet, quien nunca la tendrá, nos alivia de la angustia vital y de la impotencia vividas tras cada lectura. El drama que se cuece en casa del tío Bazouge, el portador de ataúdes, es brutal, lees y ves el desastre, lees y el horror te cierra los ojos.

A mitad del libro empieza a tener sentido el título, todo se desencadena con visitas asiduas al tugurio, a la taberna, y tras estas visitas los efectos del vino y del aguardiente destrozará a hombres y mujeres que se evaden a través del vicio de una vida de mierda, el alcohol es la única salida hedonista y patológica a la nada, el ser humano se convierte en un trozo de carne con necesidades y angustias. El tugurio -siempre a deshora- y sus consecuencias alcanza al marido de Gervaise y ya nada tendrá vuelta atrás.

Pero, además de lo dicho, técnicamente me ha sorprendido la capacidad y solvencia en las escenas corales de esta novela, las escenas donde aparecen y conversan muchas personas, como la de la cena el día del santo de Gervaise, es magistral, sólo comparable en música a como Mozart resuelve en sus óperas las arias corales, hay que leerlo para entender.

Es un libro duro como el diamante, encontrarás en él una porción de horror enorme, a veces tendrás que dejar de leer para mirar al frente y respirar y al volver otra vez al libro llevarás contigo la imagen creada en tu cabeza, porque las narraciones de Emile Zola se ven, la imagen la aporta cada lector.

Esta obra es mucho más que naturalismo (aunque lo sea) se superpone a las clasificaciones y brilla por sí misma.

Zola nos muestra la clase social plebeya urbana de su época a través de los personajes mientras nosotros palpamos su alma o su vacío. El autor no fue nunca neutral ni políticamente correcto y aquí ahondó profundamente en el ser humano para mostrarnos un espejo roto.

Hacía mucho que no me atizaba tanto un libro.