He vuelto a la literatura
griega con Esquilo, el primero de nuestros clásicos, con su tragedia más
antigua: “Los persas”, y he encontrado dolor y desconcierto. Se trata de la
única obra de entre todas las conservadas de los tres trágicos que se inspira
fuera del canon mitológico.
Está basada en la primera de
las guerras púnicas entre persas y griegos, siendo derrotados los
primeros. Cuenta la batalla desde el punto de vista de la derrota, desde
Persia. Todo un pueblo esperando a los guerreros victoriosos que nunca regresarán
a casa, solamente volverá el rey Jerjes derrotado y hundido cumpliendo el
oráculo.
Los personajes son: el Coro
de ancianos persas, la Reina Viuda (la mujer del rey Darío y madre de Jerjes
que carece de nombre propio y de consuelo), Un Mensajero portador de los malos
augurios, el Rey muerto Darío llamado en el drama Sombra que regresa de la
tumba para ser informado del infortunio de su pueblo y el joven Rey de Persia
Jerjes que volverá andrajoso y muerto de vergüenza y será recibido al final del
drama por un tumulto de ancianos temerosos y perdidos, el verdadero pueblo
persa vivo (obviando a las mujeres y a los niños). Una derrota en toda regla.
Esquilo presenta al pueblo
griego ayudado por Zeus mientras su enemigo se hunde en la miseria (sin hacer
excesivo escarnio pero transmitiendo toda la angustia posible de un pueblo vencido). No puedo sino pensar en la guerra como en el horror más antiguo del
mundo y el más recurrente en todos los tiempos, incluido el nuestro tan retro e inhumano (hemos retrocedido en los últimos años acogiendo conceptos propios del mundo antiguo como enemigos, botín de guerra, mujeres cautivas, esclavas de guerra, etc).
Voy a continuar transcribiendo algunos fragmentos de la tragedia, Darío, el Rey muerto, el
padre, La Sombra, viene del Hades para tener una conversación con su mujer e informarse del infortunio de su pueblo y de su saga, sentenciando al enterarse de la siguiente manera:
“Sombra.- Montones de
cadáveres, hasta la tercera generación, indicarán sin palabras a los ojos de
los mortales que cuando se es mortal no hay que abrigar pensamientos más allá
de la propia medida”.
Finalmente Jerjes llega a la ciudad sin boato, sin casi séquito y horrorizado por todo lo vivido. Los ancianos de la ciudad que son el coro y él se lamentan juntos ¿este fragmento se interpretó con recitativo, con canto más florido, con cuántas voces, qué tipo de voces? hemos perdido las claves para disfrutar de la tragedia griega con todo la intensidad emocional con la que fue creada, nos conformaremos con saborear la lectura de su texto y añadirle imaginación:
“Jerjes.- ¡Inunda tus ojos
de lágrimas!
Coro. - ¡Los tengo
empapados!
Jerjes.- ¡Grita, sí, como
eco a mis gritos!
Coro.- ¡Ay, ay, ay, ay!
Jerjes.- entre lamentos
marcha a tu casa…
Coro.- ¡Ay, ay, tierra
persa, difícil de andar para mí! (…)
Jerjes.- ¡Ay, pena y dolor
de los que murieron! ¡Ay, pena y dolor sobre nuestros navíos de guerra!
Coro.- Te despediré con
tristes gemidos
(El Coro abandona la escena, Jerjes queda solitario y
batido. Segundos después entra en el palacio.)"
Y aquí termina "Los persas" de Esquilo.
Han llegado hasta nosotros otras siete tragedias de Esquilo que están siendo de gran interés para mí y me resultan más cercanas hoy que en décadas anteriores puesto que nuestro mundo es ahora más convulso y cambiante y se reconoce más próximo al mundo antiguo en lo salvaje, lo guerrero, y en la depreciación de la vida humana. Por otro lado recupero los orígenes del teatro, observo como Esquilo fija el género trágico griego que fue precursor del resto de géneros dramáticos posteriores.
Y aquí termina "Los persas" de Esquilo.
Han llegado hasta nosotros otras siete tragedias de Esquilo que están siendo de gran interés para mí y me resultan más cercanas hoy que en décadas anteriores puesto que nuestro mundo es ahora más convulso y cambiante y se reconoce más próximo al mundo antiguo en lo salvaje, lo guerrero, y en la depreciación de la vida humana. Por otro lado recupero los orígenes del teatro, observo como Esquilo fija el género trágico griego que fue precursor del resto de géneros dramáticos posteriores.
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